El Coaching como arte… y ciencia
Por Andreas Schoetz
El coaching es el arte y la ciencia de acompañar a un cliente en la consecución de sus metas, enfrentar nuevos desafíos y, en general, apoyarlo en la búsqueda de un cambio positivo en su vida, tanto en el ámbito profesional como personal. A través de un proceso de orientación e inspiración que invita a la reflexión y la creatividad, el coach ayuda al cliente a descubrir su potencial, desarrollar nuevas habilidades constructivas y tomar decisiones que lo lleven a alcanzar un mayor bienestar y éxito en todas las facetas de su vida.
En los años fundacionales del coaching, la figura del coach evocaba imágenes casi míticas: sanadores, magos e incluso chamanes. Por lo menos, se les veía como artistas iluminados, que desarrollaban técnicas únicas basadas en su vasta experiencia personal, su visión y comprensión profunda. A menudo, estos coaches-artistas trataban sus métodos como algo inigualable que solo ellos mismos podían llevar a la perfección (“sólo hay un Picasso”). Con el tiempo, al igual que en el mundo del arte, surgieron “escuelas” de coaching que establecieron dogmas específicos sobre cómo practicar coaching, basados en la metodología distintiva del fundador.
“Desde la década de 2000, ha crecido la necesidad de que los coaches fundamenten su práctica en una sólida comprensión conceptual del proceso y en modelos empíricamente probados.”
Sin embargo, desde la década de 2000, ha crecido la necesidad de que los coaches fundamenten su práctica en una sólida comprensión conceptual del proceso y en modelos empíricamente probados. Esta nueva actitud de un coaching basado en evidencia científica reemplaza los dogmas sui géneris basados exclusivamente en la experiencia subjetiva y casos anecdóticos. Al mismo tiempo, los clientes organizacionales hoy en día exigen pruebas de que las promesas de sus proveedores de coaching tengan fundamentos más allá de la experiencia e ideología personal del coach y la “escuela” de coaching a la que pertenece. En respuesta a estas demandas, estamos presenciando un mayor interés en la investigación y en la práctica del coaching basada en la evidencia científica.
Por ello, observamos una creciente tendencia a reconocer el coaching como una disciplina académica impartida a nivel universitario, al igual que otras ciencias. La ahora denominada “ciencia del coaching” integra teorías, conocimientos y evidencias de diversas disciplinas, como la psicología, la sociología, la antropología, las ciencias de la gestión y, de manera creciente en los últimos años, las neurociencias. Esta integración permite un enfoque riguroso y fundamentado, elevando el estándar y la credibilidad de la práctica del coaching.
El coaching apoyado en las neurociencias
Las neurociencias son un conjunto de disciplinas científicas que estudian el sistema nervioso, su estructura, función, desarrollo, genética, bioquímica, fisiología, farmacología, informática y patología. Debido a su amplitud y diversidad, se habla de ellas en plural.
“Entre todas las evidencias, son los descubrimientos de las neurociencias los que tienen el potencial de revolucionar la efectividad del coaching.”
Entre todas las evidencias, son los descubrimientos de las neurociencias los que tienen el potencial de revolucionar la efectividad del coaching. Estos hallazgos proporcionan una comprensión profunda de cómo el cerebro influye en el comportamiento y las emociones humanas, permitiendo a los coaches aplicar estrategias más efectivas y basadas en la evidencia para el desarrollo personal y profesional de sus clientes.
Una ventaja significativa de las neurociencias en el ámbito del coaching es su carácter como ciencias “duras” o “naturales”, comparable a la física, la química, la biología y las ingenierías. Al igual que estas disciplinas, las neurociencias tienen una orientación cuantitativa, emplean métodos experimentales y empíricos, y proporcionan resultados precisos y medibles. Integrar los descubrimientos de las neurociencias en el coaching tiene el potencial de convencer a escépticos y dudosos, demostrando que el coaching va más allá de conversaciones sin rumbo y abarca datos empíricos robustos. De esta manera, el coaching basado en neurociencias puede atraer a individuos y organizaciones que valoran sobre todo la evidencia científica y los datos duros en su toma de decisiones. En general, los resultados de la investigación en neurociencias están respaldando y verificando varios conceptos básicos del coaching y comprobando la efectividad de las respectivas intervenciones.
Es más, como en todo el ámbito académico y científico, la evidencia y los resultados de estudios neurocientíficos están al alcance de todos. Cualquier profesional del coaching puede actualizarse e integrar este conocimiento en su práctica. La incorporación de estos hallazgos permite a los coaches ofrecer un enfoque más riguroso y basado en la evidencia, mejorando así la efectividad de sus intervenciones.

LA NEUROCIENCIAS COMO CIENCIAS DE LAS EMOCIONES
Un aspecto clave en este contexto es la posibilidad de las neurociencias de hacer entender a los clientes la importancia de las emociones y apoyarles a manejar sus emociones en todos los aspectos de su vida, incluyendo el ambiente laboral y organizacional.
Algunos clientes de coaching, especialmente en contextos ejecutivos, tienden a justificar sus acciones exclusivamente con razones aparentemente racionales y lógicas, buscando “tener la razón”, mientras ignoran o subestiman sistemáticamente el componente emocional involucrado en ellos mismos y en los demás. Este mecanismo de defensa, conocido como “racionalización”, protege al individuo de admitir que ciertos comportamientos son viscerales, emocionales y, a la vez, contraproducentes para sus relaciones con los demás y, consecuentemente, para ellos mismos.
A estos clientes desconectadas de sus emociones el coach con conocimientos en neurociencias puede explicar en menor o mayor detalle las diferentes estructuras del cerebro responsables del razonamiento y de las emociones clarificando también que estas estructuras están estrechamente conectadas para integrar la razón y el sentir en la toma de cualquier decisión que tomamos. En este contexto al autor de este artículo le fue muy útil en varias de sus sesiones de coaching hablar con clientes sobre las vías neuronales entre la amígdala (sistema límbico / sistema emocional) y la corteza prefrontal (razonamiento).

Finalmente, hay clientes que acuden al coaching más bien para buscar formas de manejar mejor sus emociones. Un caso representativo sería un ejecutivo muy bueno en su área de expertise que a la vez ha tenido dificultades para controlar su temperamento en varias situaciones laborales críticas lo que le ha afectado su rendimiento y sus relaciones con colegas y subordinados. Otro ejemplo frecuente, esta vez en el contexto del coaching de vida, será una persona que en discusiones con su familia tiende a perder la calma rápidamente, elevando la voz y diciendo cosas de las que luego se arrepiente.
Para clientes como estos, los descubrimientos de Lisa Feldman Barrett, una destacada investigadora canadiense en neurociencias, representan un gran avance y un empoderamiento significativo. Barrett propone una teoría de las emociones que desafía las ideas convencionales: según su investigación, las emociones no son respuestas biológicas universales predeterminadas , sino construcciones mentales basadas en experiencias previas y contextos culturales. Su teoría de la “construcción de emociones” reafirma lo que generaciones de coaches han promovido: la gestión emocional puede ser influenciada y modificada mediante nuevas experiencias y aprendizajes.
“Las neurociencias demuestran que nadie está condenado a ser víctima de su emocionalidad desbordada. Estas investigaciones revelan que nuestras respuestas emocionales son moldeables y pueden ser transformadas.”
Los descubrimientos de Lisa Feldman Barrett refutan los pensamientos limitantes sobre la imposibilidad del cambio emocional, el sermón de “yo soy así, ¿qué podría hacer?”. Por el contrario, las neurociencias demuestran que nadie está condenado a ser víctima de su emocionalidad desbordada. Estas investigaciones revelan que nuestras respuestas emocionales son moldeables y pueden ser transformadas, otorgando a los individuos el poder de gestionar y modificar sus emociones de manera efectiva.
Lo que las neurociencias nos enseñan sobre los límites del cambio … y cómo superarlos
En forma general, se pueden distinguir tres tipos de objetivos de cambio en un proceso de coaching: las personas desean fortalecer una estrategia de comportamiento existente, debilitarla o aprender una nueva estrategia. En este contexto, las neurociencias nos ofrecen tanto una buena como una mala noticia.
Primero, la mala noticia: nuestro cerebro es naturalmente resistente al cambio. Aunque el cerebro solo representa alrededor del 2% del peso corporal total, tiene una alta demanda de energía, consumiendo aproximadamente el 20% de las calorías que ingerimos diariamente para mantener sus funciones cognitivas y fisiológicas. Desde una perspectiva evolutiva, conservar energía ha sido crucial, por lo que nuestro órgano más importante ha desarrollado mecanismos para automatizar tareas y comportamientos, prefiriendo siempre la repetición sobre el cambio.
Además, la investigación neurocientífica ha demostrado que los patrones de comportamiento existentes, aprendidos y repetidamente practicados durante un tiempo considerable, no se eliminan. Eso se debe a que las células nerviosas y sus conexiones que determinan el comportamiento no se disuelven. Por esta razón, la analogía de “borrar un mal hábito”, que se emplea con frecuencia, es bastante errónea. No es como si uno pudiera simplemente eliminar los hábitos como se borra la tiza de una pizarra o, mejor aún, como si se utilizara la tecla “suprimir” en una computadora.
“La investigación neurocientífica ha demostrado que los patrones de comportamiento existentes no se eliminan. Las células nerviosas y sus conexiones que determinan el comportamiento no se disuelven.“

Este hallazgo coincide con nuestras experiencias personales. Cuando las personas se proponen dejar de practicar un comportamiento habitual, generalmente fracasan. Un ejemplo que todos conocemos son las resoluciones de Año Nuevo como dejar de fumar o tomar menos alcohol, comer menos y más sano, etc.
Los estudios muestran que el 88 por ciento de las personas que establecen resoluciones de Año Nuevo las abandonan dentro de las primeras dos semanas.
Desde el punto de vista de las neurociencias, esto se debe a que los comportamientos que queremos abandonar están asociados a estímulos desencadenantes específicos que las personas enfrentan en su día a día. Estos estímulos pueden ser percibidos de manera consciente o inconsciente, e incluso anticipados. Nuestro cerebro escanea constantemente el entorno en busca de estímulos y, al encontrar uno, verifica si tiene almacenado un patrón de reacción correspondiente. De acuerdo con este patrón, se manifiesta el comportamiento respectivo. Esos mecanismos neuronales no sólo explican la dificultad del cambio de un comportamiento establecido sino también el fenómeno de la recaída a patrones anteriores después de un cierto periodo de cambio exitoso.
Lamentablemente, la mayoría de estos procesos ocurren de manera inconsciente y no están bajo el control directo de nuestra conciencia y razonamiento, representados por la corteza prefrontal. El control voluntario del comportamiento por las áreas corticales requiere más tiempo para activarse. Mientras tanto, el sistema límbico (sistema emocional), que es mucho más rápido, a menudo ya ha comenzado una acción.
Ahora bien, falta la buena noticia, la respuesta a la pregunta de qué se puede hacer…
Aunque no es posible eliminar los patrones de excitación, sí se puede inhibir su activación. Esto generalmente se logra mediante la repetición intensa de una nueva estrategia de comportamientos alternativos. De esa forma, se logra con el tiempo que el nuevo comportamiento se activa más rápida y fácilmente que la vía neuronal anterior. Es eso que los neurocientíficos entienden por neuroplasticidad.
Para el coaching eso significa que es crucial que el cliente se enfoque lo más posible en la meta y el comportamiento final, dedicando mucho más tiempo y espacio a la preparación y práctica que al problema y al comportamiento problemático. Por la misma razón, no es muy útil proponerse no hacer algo; es más efectivo proponerse un comportamiento alternativo, es decir, el qué hacer que reemplace la estrategia anterior.
“Aunque no es posible eliminar los patrones de excitación, sí se puede inhibir su activación. Esto generalmente se logra mediante la repetición intensa de una nueva estrategia de comportamientos alternativos. De esa forma, se logra con el tiempo que el nuevo comportamiento se activa más rápida y fácilmente que la vía neuronal anterior. Es eso que los neurocientíficos entienden por neuroplasticidad.”
Pensar en un nuevo comportamiento y planearlo cognitivamente debe ser solo el primer paso. Luego, debe implementarse activamente y repetirse de manera reiterada. Estas repeticiones deben practicarse de manera consciente y planificada hasta que el nuevo comportamiento esté firmemente establecido. Para los procesos del coaching eso también significa que el acompañamiento por parte del coach no debe terminar con la concientización sobre un comportamiento contraproducente y la decisión y planificación racional del cambio sino extenderse a la fase de implementación y repetición que se caracteriza a menudo por recaídas y la respectiva frustración. Eso está en línea con otras conclusiones de las neurociencias en el campo del aprendizaje: las repeticiones del nuevo comportamiento no deben ser idénticas, sino que deben incluir variaciones para considerar siempre nuevos aspectos del nuevo padrón. Como último punto cabe mencionar aquí el papel importante la vinculación con emociones y “marcadores somáticos” (un concepto de las neurociencias sobre la interacción cuerpo-cerebro introducido por Antonio Damasio, que, lamentablemente, no podemos explicar más a fondo aquí) – para poder integrar el nuevo comportamiento a aprender.
Otras aportaciones de las neurociencias al coaching
Las neurociencias brindan una vasta cantidad de conocimientos que pueden enriquecer notablemente la práctica del coaching, ofreciendo una comprensión más profunda del funcionamiento cerebral y su aplicación en el crecimiento y desarrollo personal. Un concepto esencial es la neuroplasticidad, que denota la capacidad del cerebro para reorganizarse a lo largo de la vida. Este conocimiento permite a los coaches ayudar a los clientes a reconocer que sus cerebros pueden cambiar y adaptarse, incentivándolos a adoptar nuevos comportamientos y patrones de pensamiento. Asimismo, es crucial comprender y superar las limitaciones innatas del cerebro que podrían obstaculizar el progreso.
Otro conocimiento clave es la comprensión del sistema de recompensa del cerebro, fundamental para la motivación y el establecimiento de metas. El neurotransmisor dopamina desempeña un papel crucial en este proceso. Los coaches pueden utilizar esta información para ayudar a los clientes a establecer metas alcanzables que ofrezcan refuerzos positivos regulares, manteniéndolos comprometidos y motivados. Al dividir metas grandes en tareas más pequeñas y manejables, los clientes pueden experimentar éxitos frecuentes que estimulen el sistema de recompensa y refuercen comportamientos positivos.

Un método frecuentemente utilizado en coaching es la “visualización“, que consiste en crear una imagen mental vívida y detallada de un resultado deseado. Investigaciones neurocientíficas han demostrado que el cerebro reacciona ante la imaginación de un evento de la misma manera que ante su realización. Esto permite que, a través de la visualización, el cerebro fortalezca las conexiones neuronales asociadas con el comportamiento deseado, sin necesidad de llevarlo a cabo físicamente, facilitando así la práctica y el fortalecimiento de nuevos hábitos.
Retomando el primer tema mencionado en este artículo, la interacción entre las emociones y la cognición es un aspecto vital de las neurociencias, con consecuencias en una amplia gama de procesos de cambio, desde la mejora de las relaciones interpersonales hasta la toma de decisiones personales importantes.
Cualquier artículo que aborde las aportaciones de las neurociencias al coaching será, por su naturaleza, necesariamente incompleto. Para el autor, el verdadero desafío no radicó en decidir qué temas presentar, sino en seleccionar aquellos que, por razones de espacio, debían quedar fuera.
Lamentablemente, se han quedado fuera detalles sobre cómo los descubrimientos de las neurociencias pueden ayudarnos a manejar el estrés, mejorar el enfoque y la concentración, reestructurar creencias limitantes, fomentar la autorregulación, combatir la procrastinación, aumentar la motivación y mucho más. La lista de temas que merecen atención es extensa y continúa creciendo.
Coaching con neurociencias: integración sin necesidad del etiquetado “Neuro-Coaching”
Añadir el prefijo “neuro-” a términos como neuromarketing, neuroventas y neuroliderazgo se ha convertido en una tendencia reciente que busca capitalizar el prestigio y la novedad de las neurociencias. Sin embargo, esta moda puede desviar la atención de los fundamentos y las técnicas probadas que ya existen en el coaching, y sobrevalorar lo que solo puede respaldarse parcialmente con las neurociencias.
Mucho de lo que nos enseñan las neurociencias no son descubrimientos nuevos, sino confirmaciones de prácticas ya conocidas y utilizadas. Se trata más de una evolución del coaching tradicional que de una revolución. Integrar conocimientos científicos sobre el cerebro en el proceso de coaching no reemplaza los principios fundamentales del coaching, sino que añade una capa de profundidad y precisión, haciendo el coaching más efectivo y personalizado.
Al comprender y aplicar la neurociencia, los coaches pueden abordar mejor las necesidades de sus clientes, lo que conduce a resultados más sostenibles e impactantes. Esto permite que el coaching se beneficie de la validación científica sin depender exclusivamente de un rebranding como “neuro-coaching”.
Fuentes:
- Barnes, T. (2024) New Year’s resolutions: Why do we give up on them so quickly? Accessed via: https://www.bcm.edu/news/new-years-resolutions-why-do-we-give-up-on-them-so-quickly#:~:text=%E2%80%9CIt’s%20easy%20to%20set%20a,two%20weeks%2C%E2%80%9D%20said%20Shah.
- Bellen, V. (2020) A Neuroscientific Approach to Change. Accessed via: https://coachingfederation.org/blog/neuroscientific-approach-change
- Brann, A. (2017) Neuroscience for Coaches How to use the latest insights for the benefit of your clients, 2nd Edition, Kogan Page, London / New York / New Delhi.
- Damasio, D. (1994) El error de Descartes, Booket Paidós, Barcelona.
- Damasio, D. (2003) En busca de Espinoza: Neurobiología de la emoción y de los sentimientos,Booket Paidós, Barcelona.
- Feldman Barrett, L. / Ted Talk (2018). Accessed via: https://www.ted.com/talks/lisa_feldman_barrett_you_aren_t_at_the_mercy_of_your_emotions_your_brain_creates_them?language=es&subtitle=es
- Feldman Barrett, L. (2018) La vida secreta del cerebro, Paidós, Barcelona.
- Krämer, Raphael; Schöppe, Lars. Neuropsychologisches Coaching (2022), Tectum Wissenschaftsverlag, Baden-Baden.
- Roth, Gerhard; Ryba, Alica (2016) Coaching, Beratung und Gehirn: Neurobiologische Grundlagen wirksamer Veränderungskonzepte, Klett-Cotta, Stuttgart. (Edición alemana).